Aunque no es mi país ni mi máxima preocupación en este
momento, me gusta escuchar con atención lo que dicen los aspirantes al trono
terráqueo, y mucho más lo que argumentan los futuros votantes con su decidida
intención de voto. Pienso en ello, lo hago a nivel global. Y llego a una
terrible conclusión: Es muy posible que gane Trump, de nuevo.
La mayoría de la gente, mujeres y hombres de toda edad y
condición, viven mirando una pantalla, grande o pequeña. Lo visual gana la
batalla de los datos. Miran, pero no observan. Oyen, pero no escuchan. Sienten,
pero no actúan. Piensan, pero no reflexionan. Creen y no cuestionan. Yo “soy
de”, no hay más que hablar, y, además,
le dedico una bachata.
Me temo que son tantos los que se dejan llevar por la
apariencia mediática (de ineptitud), por la personalidad más llamativa (y necia),
por la voz cantante (y bochornosa), por la nota más estridente (y burda), por
el chiste fácil (e insolente), por el baile tiktokero (banal y bananero), que
acabará triunfando el payaso, quiero decir, el payaso incompetente. Y, para el
caballero de la triste figura, sólo habrá premio de consolación, como para el
resto del mundo mundial.
Aplíquese este cuento a las múltiples caras del poliedro de
esta sociedad nuestra.
31/10/2020
[Imagen: Donald Trump. Por Luis Grañena para CTXT]
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