A la mayoría, tras un instante de reflexión o quizá como consecuencia de un calentamiento cerebral, nos ha dado por pronunciar alguna vez esa frase que reza: “El día menos pensado…” Con cierto tono amenazante, avisamos de que algo va a ocurrir por decisión propia, por la de una tercera persona o bien por determinadas condiciones adversas. Un pájaro ronda atrapado en nuestra jaula mental. Un cambio, que se antojaba a largo plazo, deviene ya casi inminente. Hay dichos que reflejan bastante bien esta idea. “Caerá por su propio peso”. “Donde menos se piensa salta la liebre”. “Yendo y viniendo, lo que había de ser va siendo”. El día menos pensado, en realidad, es mentira. Ese día, cuando llegue, lo que sea que quieras que suceda, lo pensarás, sí, lo llevarás pensado de antemano y actuarás según tus propósitos. Y, si el hecho depende de circunstancias externas, entonces resulta impredecible, porque el futuro siempre es incierto. Con lo cual, el ‘día menos pensado’ carece de importancia, dir
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca