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Como una escopeta de feria. [No entiendo nada]


A veces una tiene la sensación de que algo está fallando, así en general.
Hoy he barajado varios temas para escribir este artículo. Pretendía, en suma, que me quedara bonito, agradable, que dejara buen sabor de boca. Al fin y al cabo estamos, o casi, de vacaciones, es verano, y parece que lo que toca es el disfrute. Y debe de ser que no me hallo inspirada para exquisiteces temáticas, lo confieso. En mi teclado pesa más la realidad circundante que lo poético-sutil.

Para empezar, falla el tiempo, meteorológicamente hablando. Es julio, un mes donde reina el sol y su calorcico. Pues ocurre que no sabemos dónde agarrarnos, cada día nos sorprende una climatología diferente. Y eso no ayuda al relax. Hace una semana Canadá se convertía en un horno insólito por sus altísimas temperaturas. Ha nevado en Benasque (Pirineo aragonés) mientras en el resto del país volvíamos a sacar cazadoras y calcetines. Alemania y Bélgica acaban de sufrir inundaciones lluviosas nunca vistas. Normal no es.

En materia de lucha contra la pandemia vamos empatados, con rostro de perdedores en lugar de ganadores. El partido se decanta hacia una prórroga forzosa. Y no deberíamos relajarnos, como los jugadores de equipos de la Eurocopa, para llegar a los penaltis. Dejar el resultado en manos de la suerte no corresponde a un espíritu vencedor. Y con la salud no se juega.

Hablando de jugar, me topo con una noticia sobre las Olimpiadas de Tokio. Parece ser que la organización nipona ha habilitado estancias para los deportistas donde las camas son de cartón. Y no por ahorro o conciencia ecologista. El objetivo es que a los huéspedes no les dé por compartir jergón, es decir, que ni se planteen la tentación de relacionarse jugando a otra cosa que no sea la olímpico-deportiva. Acabáramos. De verdad que no entiendo a estas alturas una ingenuidad que raya lo infantil. Algo falla.

La política no se queda atrás. Es asunto que me exaspera la judicialización de los asuntos públicos. Un gobierno toma decisiones y medidas respecto a problemas, decreta, legisla, nombra, declara y actúa en consecuencia. Lo hará mejor o peor, pero es su trabajo y le corresponde por estar ahí democráticamente. La oposición tiene su opción de criticar, valorar y protestar, pero pretender llevar a los tribunales cualquier confrontación constituye para mí una actitud extralimitada, igual de inconcebible que la de los jueces que aceptan los casos o se tiñen la toga del color del partido que los alienta. Algo falla.

En Cuba hace tiempo que está fallando casi todo, una lástima y una difícil contradicción. Para empezar, históricamente les falló la madre España. La medio-adopción yanqui por una madrastra que los acoge sólo en la puntita, y de lejos, no funciona. Fidel ya es un sueño roto que deviene en pesadilla. Quizá la solución sea una reparación rojigualda, unas manos tendidas, derrochadoras e inversoras. El amor mutuo sigue ahí. Y una madre debe serlo a las duras y a las maduras.

Y por fallar, lo hace cada vez más frecuentemente todo lo que nos venden como imprescindible o de última generación: Internet, nuevas tecnologías, modernos empleos, promesas robóticas. Sufren el típico fallo del sistema.

Sólo pido que, al menos, no nos falle la memoria ni el conocimiento para salir de ésta y de la que esté por venir. Las escopetas de feria: a la ídem o a la hoguera.

17-7-2021

[Imagen: "Pájaro para dormir y soñar" (detalle). Valtueña, 1992]

Comentarios

  1. Me gusta tu visión de la actualidad. Sí, supongo que los inversores hoteleros e inmobiliarias estarán ojo avizor sobre los posibles cambios en Cuba. Veremos. Todo está más o menos en el aire.

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