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Mostrando entradas de mayo, 2021

Dando la lata

  En mis paseos campestres me encuentro cada vez más a menudo con elementos brillantes y coloristas que destacan entre la vereda del camino. Ellos, ahí recostados, me dan los buenos días. Y a mí, en lugar de una sonrisa, no pueden sino arrancarme un exabrupto que lanzo al aire sin contemplaciones. Son latas de refresco usadas, abandonadas a su suerte, en un lugar equivocado. Basuraleza. Me vienen a la memoria los viajes familiares de mi infancia. Eran largos trayectos. El más repetido llevaba la ruta Alcañiz-Valencia, por unas carreteras de interminables curvas. Había que detener el coche varias veces para solucionar un recurrente problema: “Papá, me mareo…”. Entonces mi madre preparaba un rápido tentempié mientras mi padre buscaba una lata. Sí, entre pinos y rocas desde luego no era tarea fácil, pero al final lograba el preciado objeto. Normalmente se trataba de un viejo bote de conserva o una lata de sardinas oxidada, pues a principios de los años 70 todavía no existían las bebidas

Encefalograma planeador

Son días extraños. No nos engañemos. Observamos la actualidad a través de los medios de comunicación y parece que el mundo sigue en marcha, a su manera, claro. Los programas de televisión en directo cuentan con los mismos protagonistas de hace más de un año; los de ocio, concursos y realities diversos continúan con sus presentadores, invitados y público, casi como si “el bicho” no fuera con ellos. Las imágenes que nos muestran de terrazas, aeropuertos, ferias, congresos, conciertos y diferentes espectáculos se asemejan bastante a las que estábamos acostumbrados antes de la pandemia, sólo que la gente que asiste a los mismos lleva en la cara un elemento raro que le tapa boca y nariz. Las películas siempre han estado ahí y no cambian, es un gran consuelo, por otra parte. Todos ansiamos esa anterior vida “normal” que un virus ha transformado en “anormal”. Vivimos en una contradicción constante. En un “quiero y no puedo”, en un “me gustaría y no me dejan”, en un “me dejan y no me atrevo

La tierra prometida

Al hilo de la noticia que más suena a nivel internacional, si obviamos la maldita pandemia y su vacuna, es decir, el conflicto palestino-israelí redivivo, he querido indagar, no muy profundamente, sobre el tema. Vaya por delante que las guerras, guerrillas, luchas armadas y demás contiendas nunca han sido objeto de mi interés, sí de cierta preocupación, y, por supuesto, del sentimiento de impotencia e incomprensión por los motivos que las provocan. No concibo ni concebiré un conflicto de tinte religioso. Y menos que la creencia ciega en una divinidad sea la justificación para la ocupación y toma por la fuerza de un territorio. Israel y Palestina. Allá por el Oriente Medio. Dos territorios cambiantes. Dos culturas ancestrales. Dos religiones distintas. Dos pueblos mediterráneos, unidos y a la vez separados por la historia. ¿Qué conceptos pueden definirlos/identificarlos? He elaborado una pequeña relación, así, a bote pronto. Israel: israelí, israelita, judío, Judea, Judá, judío or

No empujen, por favor. [De espátulas e impulsos]

Esta mañana observaba en televisión una escena en la que la policía detenía a un individuo a base de empujones. De ahí, mi pensamiento se ha ido a la entrada de unos grandes almacenes en su apertura por rebajas, donde los empujones campan a sus anchas. Luego se me ha representado una desgraciada situación de tapón humano en la estrecha salida de una discoteca ante un peligro inminente: empujones mortales. La palabra ha empezado a resonar en mi cabeza, le he quitado las dos últimas letras y he respirado más tranquila. Empujón. Esto ya tiene otro sentido. Hay ocasiones en que un vocablo varía su matiz de significado al cambiar del singular al plural o viceversa. Qué molestos resultan los empujones y, sin embargo, qué necesario es un empujón a tiempo. Debo agradecer a mi padre que me haya dado el suyo más de una vez. Ante la duda, en momentos en que crees que no llegarás, cuando te sientes vencida y renuncias a algo, ahí ha estado. Casi siempre unas palabras de ánimo, una actitud de seg

Élites y satélites

  Jugando con las palabras, como a mí bien me gusta, he elegido hoy dos términos que, por su similitud, pareciera que derivan uno de otro, cuando no es así. Aunque, por el significado figurado, extraeré una relación más que jugosa. Comencemos por el origen etimológico. El castellano ‘élite’ proviene del francés élite , y a su vez del latín eligere : elegir o seleccionar. El término designa a una minoría selecta, que posee un estatus superior al resto de las personas de la sociedad. Tradicionalmente la noción de élite estaba relacionada con la sabiduría y la virtud. Sólo los elegidos lo eran   por sus méritos y virtudes, no por su origen familiar. Asimismo se mantenía un flujo transversal de tal manera que podía ser inclusivo, no constituía un coto cerrado, y su poder era influyente. Hoy en día, el concepto ha derivado hacia el exclusivismo y, desde luego, el poder adquisitivo marca mucho más que el mérito. Puerta cerrada, las credenciales mediáticas y ‘visadas’ resultan imprescindibl