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Mostrando entradas de diciembre, 2022

De la noche, el silencio y conticinios varios

El castellano posee numerosas palabras para definir las diferentes etapas de la noche. En origen, la distribución medieval laica era tan simple como: primeros gallos (entre las 12 y las 3), segundos o mediados gallos (entre las 3 y las 6), y terceros gallos (entre las 6 y el alba); en cuanto a la eclesiástica, llamaban vigilias a las partes y eran dos: vísperas (de 6 a 12) y maitines (de 12 a 6); muy curiosa resulta la clasificación militar, que distribuía la noche en vigilias o velas: vela de prima (de 6 a 9), vela de la modorra (de 9 a 12), vela de la modorrilla (de 12 a 3) y vela del alba (de 3 a 6). Pero, sin duda, la más relevante es la división de San Isidoro de Sevilla. Para él eran siete las partes de la noche: vesper (anochecer, últimas horas de la tarde que preceden a la llegada de las tinieblas), crepusculum (luz incierta, claridad entre la luz y las tinieblas, desde que se pone el sol hasta que es de noche), conticinium (hora de la noche en que todo está en silencio, todo

Feliz Navidumbre

Distancias, soledad, tristeza, nostalgia, ausencias, enfermedad, disputas, desacuerdos, desapego, pesar, pobreza, se manifiestan en contraste vital con excesos, brillo, escaparates, publicidad, lujo, símbolos religiosos y paganos, estridencias, poses, compras, sonrisas y ruido a porrillo. Es tiempo de Navidad, donde la vida multiplica sus sombras y luces en una fiesta ‘oximoroniana’. En este sentido, escuché el otro día en la radio el término Navidumbre, ideado por el psiquiatra Jesús de la Gándara, y me pareció acertadísimo. Se trata de un epítome simbólico, mezcla de “soledumbre, pesadumbre y nostalgia en el umbroso derrumbe del año”. No es una enfermedad patológica sino una dolencia, un sufrimiento que padece gran parte de la sociedad actual cuando llegan estas fechas. Para intentar paliarlo nos prescribe tres recetas: convivencia, luz y música. Tres alimentos para cuerpo, cerebro y espíritu. Somos conscientes de que la convivencia no siempre es fácil. Hablamos de familia. El términ

Fútbol, filosofía y fantasmas

He pensado muy mucho si escribir mis reflexiones a propósito del internacional juego del balompié. Y ahora que, por fin, los medios ya no hablan tanto de fútbol tras la apeada de la selección española del Mundial, voy a hacerlo yo. Lanzo mi saque de esquina, a ver si va en la buena dirección. Confieso que de fútbol entiendo, o al menos entendía, cuando hace ya unos añicos no me perdía ni un partido del Real Zaragoza. Estoy hablando de cuando Pardeza, Belsué, Aguado, Cáceres, Nayim, …y Esnáider, sí, mi querido Juan Eduardo que tantas alegrías me daba. Porque me gustan las personas con genio, garra, sangre caliente y espíritu guerrero aunque a veces yerren o pierdan el norte. Yo sólo veía partidos por televisión “al calor del amor en un bar”, pues no he pisado la Romareda salvo para ver algún gran concierto, al papa Juan Pablo segundo “te quiere todo el mundo”, y sí, una vez a un partido R Zaragoza-Valencia FC, al que mi padre se empeñó en llevarme, siendo él valencianista, y con asiento