El castellano posee numerosas palabras para definir las diferentes etapas de la noche. En origen, la distribución medieval laica era tan simple como: primeros gallos (entre las 12 y las 3), segundos o mediados gallos (entre las 3 y las 6), y terceros gallos (entre las 6 y el alba); en cuanto a la eclesiástica, llamaban vigilias a las partes y eran dos: vísperas (de 6 a 12) y maitines (de 12 a 6); muy curiosa resulta la clasificación militar, que distribuía la noche en vigilias o velas: vela de prima (de 6 a 9), vela de la modorra (de 9 a 12), vela de la modorrilla (de 12 a 3) y vela del alba (de 3 a 6). Pero, sin duda, la más relevante es la división de San Isidoro de Sevilla. Para él eran siete las partes de la noche: vesper (anochecer, últimas horas de la tarde que preceden a la llegada de las tinieblas), crepusculum (luz incierta, claridad entre la luz y las tinieblas, desde que se pone el sol hasta que es de noche), conticinium (hora de la noche en que todo está en silencio, todo
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca