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Feliz Navidumbre


Distancias, soledad, tristeza, nostalgia, ausencias, enfermedad, disputas, desacuerdos, desapego, pesar, pobreza, se manifiestan en contraste vital con excesos, brillo, escaparates, publicidad, lujo, símbolos religiosos y paganos, estridencias, poses, compras, sonrisas y ruido a porrillo. Es tiempo de Navidad, donde la vida multiplica sus sombras y luces en una fiesta ‘oximoroniana’.

En este sentido, escuché el otro día en la radio el término Navidumbre, ideado por el psiquiatra Jesús de la Gándara, y me pareció acertadísimo. Se trata de un epítome simbólico, mezcla de “soledumbre, pesadumbre y nostalgia en el umbroso derrumbe del año”. No es una enfermedad patológica sino una dolencia, un sufrimiento que padece gran parte de la sociedad actual cuando llegan estas fechas. Para intentar paliarlo nos prescribe tres recetas: convivencia, luz y música. Tres alimentos para cuerpo, cerebro y espíritu.

Somos conscientes de que la convivencia no siempre es fácil. Hablamos de familia. El término, en su origen clásico romano, alude a las personas que se juntan para saciar su hambre (fame). En realidad, no tienen por qué unirse por parentesco, puede venir dado por amistad o por necesidad. Comer en unión es un acto especial. Como lo es también el mantener viva una llama, una luz flameante, una chispa alegre y cálida que invita a sonreír, sentirnos iluminados. Si, además, añadimos la música, para escuchar, cantar o bailar, se completa el sentimiento de armonía más o menos feliz. Muy saludable al menos.

Sin embargo, puedo comprender perfectamente que el ánimo de muchas personas no se sienta aliviado con estos consejos. A veces la mente se empeña en cerrar puertas y en dar vueltas y vueltas al mejunje de materia gris, contenido en la particular ‘olla estrés’, en busca de un elixir milagroso que minimice la angustia. Pero tratemos de relativizar. Hay que restar importancia a lo que no la tiene. Que no se puede, pues no se hace. Que no se alcanza, en otro momento se conseguirá. Que no apetece, no pasa nada. Que no se sintoniza con la situación, pues a otra emisora. Que la herida es demasiado profunda, un día sanará, puedes brindar ya por ello. No es obligatorio ser feliz en Navidad. Si te sientes más identificado con la Navidumbre, tienes todo el derecho y mi respeto. Entonces va para ti este escrito y mis mejores deseos.

¡Feliz Navidumbre!

[Imagen: Céramique entre innocence et mélancolie. Margaret Keelan]

24-12-2022

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