Emiten en televisión un anuncio publicitario sobre un producto, de cuyo nombre ahora no quiero ni puedo acordarme, bastante sorprendente en su mensaje. En una reunión familiar, el joven hijo, temeroso de la posible bronca que le va a caer, le comenta a su padre que le ha rayado el coche. En el televisor del fondo se oyen las noticias, desesperanzadoras un día más, sobre la pandemia que nos toca vivir. El padre lo mira y, de repente, suelta una carcajada. El ambiente tenso se torna distendido. En otra escena, una chica sale de su casa: al mismo tiempo que cierra la puerta se da cuenta de que ha olvidado las llaves dentro. Su reacción no es de fastidio, al contrario, se le ilumina la cara con una gran sonrisa. Le siguen dos escenas similares: la de una pareja que coge el coche para ir a divertirse y no arranca, y la de una vivienda donde sus moradores observan cómo una inesperada gotera quiere arruinarles lo que iba a ser un prometedor día. En ambos casos los protagonistas también reacci
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca