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Mostrando entradas de junio, 2022

Pigmalión que estás en los cielos

¿Por qué miramos al cielo cuando esperamos que un deseo se cumpla? No le pedimos a Pigmalión precisamente, que ni fue santo ni dios griego. Sin embargo, algo tiene que ver con deidades y en este asunto. Fue un escultor que vivía en la isla de Creta y se enamoró de una bellísima estatua que él mismo había creado: Galatea. Tan fuertes eran sus sentimientos por ella que la diosa Afrodita le concedió el deseo de convertirla en mujer de carne y hueso, para poder amarla en la vida real, como así fue según el mito que recreó Ovidio en sus Metamorfosis . El psicólogo social Rosenthal bautizó con el término ‘efecto Pigmalión’ al fenómeno mediante el cual las expectativas y creencias de una persona influyen en el rendimiento de otra, tanto para bien como para mal. Sin duda, es de puro sentido común. La predisposición a tratar a alguien de una determinada manera condicionará en mayor o menor grado su conducta. Cuando estas expectativas proceden de un individuo hacia sí mismo, el fenómeno se conoc

El lujo nuestro de cada día

Como un mantra, como la oración que un creyente repite diariamente antes de acostarse, como las campanas de las doce, cada mañana escucho el mismo cantar noticiero: sube el precio de… todo. Los productos de primera o segunda necesidad están alcanzando progresivamente la categoría de lujo. Y nos resulta incomprensible que la bola de nieve de la inflación vaya engrosando sin límite, afectando a materias primas, alimentos básicos y, por ende, alimentos procesados, productos fabricados, servicios, transporte y un largo etcétera. Desconozco hasta qué punto nos están vendiendo una 'moto' teledirigida, pues no soy experta en asuntos económicos ni mecánicos, ni mucho menos electrónicos. Pero, pese a no llevar tubo de escape, esta moto huele muy mal. Y los gurús economistas ya nos advierten: el olor, a no mucho tardar, será insoportable. A los ciudadanos de a pie nos toca de nuevo sufrir los efluvios de origen desconocido. Y, por darle la vuelta a la tortilla metafórica, a este paso va

Malas caras

La columna de hoy no se caracteriza por el buenrollismo, así que entiendo que no les apetezca leerla. No lo hagan, sobre todo si están disfrutando y no quieren tornar su buena cara o la arena playera por arena en los ojos. Hay cosas con las que no puedo. De hecho, en los inicios de este blog, ya intitulé un artículo como “ # Cosasqueno ”. Éste podría ser una continuación, pero no voy a relatar más asuntillos banales al fin y al cabo, sino a centrarme en una sola: las malas caras, con el matiz de equivalencia a malas personas, bichos, ‘demoños’. Son caras que incomodan, perturban, dan mal rollo. Rostros que, en su estado natural, reflejando la personalidad innata de su poseedor, cuando éste olvida que tiene una cámara delante, emergen en todo su esplendor expresivo y producen un efecto acongojante, casi diría de miedo. Si las observas durante diez segundos, automáticamente una piensa que ni esos diez segundos aguantaría compartiendo su presencia real sin sentir una incomodidad máxima. E