Saber expresarse con naturalidad y con una cierta cultura lingüística debería ser una condición indispensable para cualquier profesión relacionada con el servicio público. La difusión de mensajes a la ciudadanía por parte de la clase política, asimismo por parte de quienes se encargan de transmitirlos o cuestionarlos, los medios de comunicación, adolece de unas carencias cada vez más hirientes, salvo excepciones. El vocabulario empleado, en unos casos se vuelve simplón, en otros farragoso, y en la mayoría de ellos pretenciosamente engañoso. En suma, suele reflejar un vacío de contenido. Esta característica se manifiesta más patente cuando vivimos un periodo electoral. De un tiempo a esta parte se suceden sin tregua, por lo que nos encontramos permanentemente expuestos y deberíamos estar al menos un poco avisados en la materia. Llevo tiempo observando algunas ‘coletillas’ de uso muy común en los discursos políticos. Su objetivo es el rebozo, así, como suena. Recurso fácil para rel
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca