Saber expresarse con naturalidad y con una cierta cultura
lingüística debería ser una condición indispensable para cualquier profesión
relacionada con el servicio público.
La difusión de mensajes a la ciudadanía por parte de la
clase política, asimismo por parte de quienes se encargan de transmitirlos o
cuestionarlos, los medios de comunicación, adolece de unas carencias cada vez
más hirientes, salvo excepciones. El vocabulario empleado, en unos casos se
vuelve simplón, en otros farragoso, y en la mayoría de ellos pretenciosamente
engañoso. En suma, suele reflejar un vacío de contenido.
- “De ninguna de las maneras”. Por favor…, sería suficiente
con ‘de ninguna manera’ o ’en absoluto’.
- “Como no podía ser de otra forma”. Bastaría con ‘lógicamente´
o ahorrársela, y ya.
- “La inmensa mayoría de”. ¿Tiene alguna función aquí el
adjetivo ‘inmensa’? No. La mayoría es la mayoría. Se entiende perfectamente.
- “Valga la redundancia”. ¡Muerte a esta expresión cuando no
se sabe usar! Sólo el hecho de repetir una palabra en la misma frase no constituye
una redundancia que valga.
- “Vuelvo a reiterar”. Esto sí es redundante. E incorrecto
también. ‘Reiterar’ ya significa repetir varias veces. Digan ‘reitero’ o ‘vuelvo
a repetir’.
- “Absolutamente”. Se peca de un uso excesivo de esta
expresión. Cuidado con ella. Puede revelar puntos de radicalismo, falta de
flexibilidad, o incluso ausencia de convencimiento, justo lo contrario de lo
que se pretende comunicar. Ocurre lo mismo con el término “insisto”.
Podría añadir muchas más: “En el mejor de los casos”, “no es
cosa menor”, “el conjunto de todos los españoles”, etc. A todos nos suenan,
¿verdad? Son agotadoras.
Pero hay una en concreto que me hace estallar las neuronas:
el uso incorrecto de los verbos “deber” y “deber de”, que son diferentes y, sin
embargo, se usan indiscriminadamente.
Mención aparte requiere el uso y abuso de los consabidos
eufemismos, ya saben, tipo ‘crecimiento negativo’, ‘desaceleración’, ‘la
tercera edad’, con objeto de mitigar situaciones incómodas para la percepción
del posible votante.
Y, por último, quiero dejar bien clara mi disconformidad con el
empleo de la tercera persona cuando un ‘insigne’ político relata en su sermón: “Los
ciudadanos necesitan…”, “El ciudadano de este país reivindica…”. Disculpen, vuestras mercedes, ¿ustedes no son ciudadanos también? ¿Por qué no se incluyen como
tales? Ah, quizá se sienten una clase al margen, superior. ¿Acaso no sufren los
mismos problemas que los de a pie? Parece que no.
Por favor, un poco de empatía.
Naturalícense, si no quieren que las urnas queden tan hueras como su discurso.
27/03/2021
[Imagen: PJ Reptilehouse – Desnudo Efímero Cronofotográfico]
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