Me he estrenado con una institución: el Justicia de Aragón. Fue el pasado jueves. Sumamente cabreada por un problema que ya no sé cómo resolver y me perjudica gravemente, a mí y a mucha gente, la luz, ¡ay la luz!, decidí ponerme manos a la obra y redactar una carta-queja que envié a través de la web destinada a ello. Para mi sorpresa, justo al día siguiente recibo una notificación que incluye una carta respuesta del mismo Justicia de Aragón. Redacción óptima, ortografía impecable, sin un solo anglicismo, sin florituras, de comprensión clara para un ciudadano medio. ¡Oh! En ella se acusa recibo de mi queja, se compromete a revisarla y a actuar si conviene a nivel individual o colectivo, y agradece mi confianza “esperando que la gestión de su asunto esté a la altura de sus expectativas”. Esta última frase ¡es perfecta! Me llama la atención la disposición armónica de la estructura epistolar. El logotipo en color de la Institución con el nombre y apellidos de la persona que la represent
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca