Estamos rodeados de líderes y liderazgos de toda índole. Estrellas rutilantes que pululan en política, en comunicación, en deporte, y poco más, porque en religión tuvieron tiempos mejores. Las redes sociales, sobre todo a nivel laboral, se encuentran inundadas de consejos con forma de frases ilustradas donde se alienta a ser el mejor líder, a diferencia del sempiterno jefe, que lleva las de perder. La actualidad nos muestra a líderes, esos que llegan a lo más alto en sus campos, como si estuvieran en pugna permanente entre ellos para ver quién es más potente. Rivalidades con sonrisas ‘profidén’, estrechamiento de manos mirando al infinito, puñaladas de seda, amores en los juzgados. Tenemos un ejemplo nacional en candelero dentro de un partido político. ¿De verdad tienen madera como para merecer ser seguidos y aclamados? Me pregunto qué lleva a un individuo a ser líder. ¿Se nace o se hace? Creo que el verdadero líder nace con esa actitud, no es algo voluntario, no puede evitarlo. Su per
Una de cal y otra de arena. Una selección de mis artículos de actualidad. Mi columna de los sábados. Por Marisa Lanca