Cada cierto tiempo hay episodios que se repiten y somos poco o nada conscientes de ello. Cuando se producen, de repente nos provocan una especie de “déjà vu” o paramnesia, la sensación ficticia de creer recordar situaciones ya vividas. El cerebro enseguida reacciona y, muy cuerdo él, nos avisa: no alucines tanto, es nuevo, nunca antes había ocurrido. Pero, amigas y amigos, la intuición rara vez falla, la memoria mucho. En realidad, sí lo hemos vivido.
Es el caso de la llegada de un petirrojo que ronda mi jardín desde hace una semana. Cuando lo descubrí me dije: tú me suenas mucho, ¿no vienes cada año? Luego, día tras día me sorprendo cuando, mirando por la ventana a media tarde, aparece de improviso posándose en una rama desnuda, como si cada instante que lo veo fuera la primera vez. ¡Qué precioso pájaro! Y permanezco unos minutos embelesada por su rechonchez, agilidad y viveza, ese vuelo rápido y corto, el trino incesante y dulzón, ese plumaje anaranjado del pecho, totalmente hipnótico…
No he conseguido hacerme con él. Cuando salgo a regar las plantas nunca se manifiesta. Debe de ser que entonces aprovecha para observarme a mí. Lo imagino mimetizado en lo alto del nogal, de espaldas, mostrando sólo su color pardo, y la cabeza girada mirando, con sus ojos ‘cabezas gordas de alfiler negro’, cómo me desenvuelvo entre el verde y la manguera.
Es un amor a distancia. Por eso he querido indagar un poco para saber más de su intrínseca naturaleza. Su especie lleva por nombre científico Erithacus rubecula. Pero, al margen de su origen, hábitos y demás características biológicas, me he topado con algunos hallazgos curiosos. Esta ave de aspecto frágil es el pájaro de la tormenta en la cultura nórdica, el pájaro considerado sagrado por el dios Thor. Y resulta que su aparición trae consigo la buena suerte y simboliza los cambios, siempre en positivo, que van a tener lugar próximamente en nuestras vidas. Se asocia también, en el método adivinatorio del I Ching, a personas dulces, bellas y con facilidad en la utilización del lenguaje, tanto hablado como escrito.
Esto hila directamente con el calendario lunar chino: De los 10 Troncos Celestes (TC), el TC3 corresponde al Petirrojo Fuego yang, y el TC4 al Petirrojo Fuego yin. No entro más profundo en la materia porque confieso que desconozco este mundo tan lejano. Curiosamente, el Feng Shui considera al petirrojo como uno de sus animales celestiales. Y cito textualmente sus atributos en esta filosofía, que también me es ajena. Energía: Yang, solar, caliente. Elemento: Fuego. Color: Rojo. Orientación cardinal: Sur. Simboliza: La alegría. Emplazamiento: Parte delantera de la casa, frente a la puerta principal. Lo mejor es que la puerta esté orientada al sur, así se aprovechará mejor el resurgir del Fénix. La zona sería el cono de visión que tenemos desde la puerta principal. Protección: La zona delantera de la casa. Ofrece: Buena suerte en las oportunidades que te llegan en la vida. Se identifica: Con el triunfo después de grandes reveses y la ayuda que nos llega por donde menos lo esperas.
¡Qué suerte! Todo cuadra. Ahora lo entiendo. Querido petirrojo: Vuelve cuando quieras. Ven a verme el próximo febrero. No te preocupes, haré como si nunca te hubiera conocido. Me sorprenderé como si fuera la primera vez. Siempre bienvenido.
19/2/2022
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