Ir al contenido principal

Política, politiqueo y mafia

Hoy va a ser una de arena. Salto al ruedo ya: estoy dejando de creer en la política y sus secuaces, es decir, los políticos. Cada vez más.

Política, del griego polis: ciudad. Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados. Actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país.

Objetivamente, ya no se le puede llamar ciencia. Se ha convertido en una aspiración al poder. Y, una vez alcanzado, en una negociación permanente para mantener ese estatus. A los simples ciudadanos sólo nos queda ir a votar cuando somos convocados, hacer huelgas y manifestaciones para sentir que no estamos solos a la hora de protestar, y tragarnos en los medios de comunicación interminables horas de debates de tinte político donde los opinadores en nómina: periodistas, politólogos, exministros, políticos en paro, y hasta jueces, se convierten en expertos analistas. Y no me fío de los que presentan como ‘expertos’ en algo.

Todos jugamos a politiquear. Pero ¿aquí cuándo se trabaja por el ciudadano?

Cuando un país, una comunidad autónoma o un municipio se tiñe de un determinado color político tras una convocatoria electoral, la menda queda esperanzada si coincide con su elección en las urnas. Y he aquí que, casualmente, nunca se ve beneficiada por ese partido gobernante afín a sus medio-convicciones. Yo os elegí, confiaba en vuestras promesas, y fíjate que ahora me siento hasta perjudicada. No me ocurre cuando gobiernan los del ‘color contrario’, entonces las cosas me van hasta mejor. Paradojas de la vida.

Vistos los vaivenes de tonos cromáticos que suceden en nuestro país, dígase ‘alianzas imposibles’, ‘tamayazos’, apoyos ‘a conveniencia’, ‘hoy por mí y mañana por ti’, ‘intercambios de favores’, ‘decretazos’, ‘negocios en la sombra’, ‘compra de silencios‘, ‘cajas B’ y otras barrabasadas, llego a la conclusión de que no me interesa, no merecen mi atención. Y, por tanto, la próxima vez me ahorraré ir a votar, a ningún partido. No quiero depositar mi confianza en organizaciones que rayan en mafiosas.  Por supuesto que existen políticos que realmente tienen vocación de trabajar por el bien público, pero esos no ascienden en el escalafón, hacen lo que tienen que hacer y no buscan el brillo mediático.

Ya sólo creo en la educación, la sanidad, la familia y las personas de buena voluntad. Con sus carencias e incoherencias, son lo más importante y los siento míos. Con el resto de entidades de nuestra sociedad me cabe nada más que la resiliencia y la paciencia. Me adaptaré a lo que venga, como siempre he hecho. Y con lo que no pueda, ¡que le den!

¡Va por ustedes! Buenas noches.


13/3/2021

[Imagen: #13_EL_PODER.

Colección Fotopoemas. Marisa Lanca]

Comentarios