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Cegueras

Desde que era pequeña tengo una costumbre, quizá algo paranoica, quizá un sinsentido, de esas cosas que no van a ningún sitio. Y es que, cuando me levanto por la noche, no enciendo ninguna luz y regreso a mi cama a oscuras totalmente, a tientas. Comencé a hacerlo para experimentar cómo se siente una persona ciega, pura empatía. También por aprender y memorizar el lugar que ocupaban los diferentes elementos de la casa y poder situarlos en caso de que me quedara sin vista cualquier día. Y una tercera razón, algo peregrina, es porque quién sabe si una terrible noche entraban unos malhechores y así yo les llevaba cierta ventaja-ja-ja-ja.

Siempre me han obsesionado los sentidos. Tiendo a menudo a pensar cuál sería el que más me dolería perder. No voy a revelarlo. Pero confieso que en estos tiempos que corren, tan gráficos, tan visuales, tan tecnológicos, me preocupa cómo lo llevarán las personas ciegas. Sin duda están en desventaja, o eso creo yo. En este momento, la verdad es que no conozco personalmente a ninguna para preguntárselo.

Tengo la sensación de que antes había más personas privadas de la vista, como antes los inviernos eran más fríos, los tomates sabían a tomates, o los niños nos divertíamos mejor. Y, de hecho, estaban más visibilizadas (valga la in-redundancia). En cualquier película, novela, cuento, concurso televisivo, reportaje sobre otras civilizaciones, aparecía un invidente, bien de nacimiento, bien por accidente, incluso por castigo; algunos volvían a ver, en un final milagroso y feliz. Eran más protagonistas que hoy. No obstante, todo va por temporadas y modas. De un tiempo a esta parte hemos pasado ya por la inclusión/visibilidad “forzada” del destape, los sordomudos, los divorciados, las banderas, los ocupantes de sillas de ruedas, el sida, las mascotas, los gays, los médicos, las lesbianas, los políticos… Ahora estamos con el “ponga diversidad sexual en su vida”. Observen cualquier serie, película, telediario, programa de entretenimiento, entrevistas a pie de calle... Ahí están, de todos los colores, relaciones tan naturales como si fueran de toda la vida. Bien. ¿Y qué más da? Mañana serán otros los protagonistas.

En realidad yo iba a hablar de cegueras, pero no de las de privación del sentido de la vista, sino de las voluntarias, de las de taparse los ojos o correr un tupido velo. Cada vez vemos más e ignoramos casi todo. Vista rápida y a otra cosa mariposa. El mundo grita en todo su perímetro, personas y paisajes claman y reclaman ayuda. Ay, que no nos gusta el visionado del film. Relax, dibujos animados y a poner en valor lo 'cuqui'.

¡Abramos los ojos! Sobre todo los de la mente.

Y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

14/11/2020

[Imagen: Dave Danzara]

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