En ocasiones personas cercanas me dicen: “Te ahogas en un vaso de agua”. Y puede que tengan razón. Si pienso en ello recordando momentos de ahogo, nervios, ciertas ansiedades, deduzco que generalmente se han debido a inconvenientes muy puntuales, a situaciones que al final tenían fácil solución, a miedos varios ante la incertidumbre sobre un futuro obviamente desconocido, o un riesgo potencial. Cosas así.
Sin embargo, tengo que decir, [ahora me sorprendo a mí misma],
que curiosamente ha habido en mi vida unos cuantos acontecidos importantes,
fuertes, de impacto, y los he acometido bastante bien: no me ha temblado el
pulso, ni me he venido abajo, ni siquiera me he lamentado. Mente tranquila,
templanza, valoración constructiva de los hechos, sonrisas en lugar de
lágrimas. Fíjate...
Valorando estos dos autoanálisis, que imagino se pueden
extrapolar a mucha gente, parece un contrasentido. Ser capaz de ahogarse en un
vaso de agua y a la vez saber mantenerse a flote en un mar tempestuoso. Somos
humanos y, por tanto, contradictorios.
Luego está la cuestión de ver el vaso medio lleno o medio
vacío. Creo que es algo muy relativo. En absoluto asocio la positividad con el
primero y la negatividad con el segundo. ¿Por qué? Si todo depende de qué clase
de líquido contenga el vaso, y desde luego, muy importante, de si tienes sed.
En todo caso, para beber agua reivindico el vaso. [Pareado
al canto]. Ni botellas de plástico con o sin pitorro, ni termo-botellas de
acero inoxidable, ni copas, ni siquiera el botijo. Como mejor entra el fabuloso
líquido incoloro, inodoro e insípido es a tragos en vaso de cristal, y cuanto
más grueso mejor. Tal cual. Un placer para calmar la sed.
Y, como reflexión final, encadeno este reclamo con el
concepto de ‘mundo líquido’ y con el genitor de la criatura: el polaco Zygmunt
Bauman. Acuñó toda una serie de términos: Sociedad líquida, modernidad líquida,
tiempos líquidos, amor líquido, vida líquida. Alude al mundo desarrollado
occidental donde todo fluye y simplemente nos dejamos llevar por los vaivenes
de la actualidad, concentrándonos en flotar y no perder esa fuerza del fluido
necesaria para lo único importante, sobrevivir. Es una teoría, a mi modo de
ver, bastante sólida. Valga la in-redundancia.
Artículo liquidado. A la vez que mi gintonic. Sólo queda un
culín de agua en el gran vaso, donde todavía flota la cáscara de limón.
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