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Patrañas y especiotas

 


La lengua castellana cuenta con un vocabulario tan rico, que da gusto pasearse por un diccionario, si es el de María Moliner mejor que mejor, y descubrir palabras al azar.

Me maravillan las palabras. Cuando estudiaba la EGB (Educación General Básica) tenía una asignatura favorita: lenguaje. Ahí entraba el vocabulario, la gramática y la ortografía. Todos los ejercicios eran para mí un juego. Recuerdo el de ‘cada oveja con su pareja’, que consistía en enlazar vocablos de dos columnas con un significado similar o contrario; aprendíamos las conjugaciones de los tiempos verbales como un concurso en que si acertabas adelantabas un lugar en la fila; rellenar el hueco vacío en una frase con la palabra adecuada suponía un logro fantástico. Pero lo que me producía más satisfacción era descubrir sinónimos y antónimos. Eso suponía consultar el fabuloso mundo del diccionario.

Todavía me acompañan algunos tomos de enciclopedias de consulta y diccionarios varios: de latín, de español-francés y otros idiomas, de términos de arte y arqueología, ilustrados y de diferentes editoriales. Me niego a que se queden por el camino. 

También me niego a adoptar hijos lexicales no queridos. Nombraré sólo uno: “fake news”. Tan manido últimamente que hasta en los medios de comunicación parece que ha venido para quedarse. Pues ya les digo yo que no lo alojaré en mi humilde morada. ¿Soy una malamadre? No creo. Lo que ocurre es que mi corazón ya lo ocupan otros retoños, decididamente más tiernos, más familiares y más guapos, vaya.

Voy a presentárselos. Bulo, chisme, trola, mentira, paparrucha, embuste, engaño, camelo, infundio y patraña. Pueden elegir a placer. Yo ya lo he hecho y así he titulado el artículo. Paparrucha me da muchos mimos. Y es que me pierden las palabras con erres, con auténtica sonoridad. Pero patraña además lleva eñe, un toque cañí, y es trisilábica, ideal.

¿Y especiota? Pues es el descubrimiento de hoy. Gracias a María Moliner, cómo no. Significa exactamente: “Noticia falsa o exagerada. Proposición extravagante. Paradoja ridícula”. El significante en sí no es una preciosidad, mas por su significado es perfecta para sustituir al horrible anglicismo.

Valoremos nuestro idioma, cada uno el suyo, apreciémoslo, amémoslo, conservémoslo y disfrutemos de él. Por supuesto que podemos enamorarnos de otros, enriquecernos con ellos, faltaría más. ¡Un poliamor lingüístico! Pero no olvidemos que amantes, belleza y libertad van al unísono. 


[Imagen: “Maniquiamor”. Marisa Lanca]

27/2/2021


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