Me llama la atención, a la vez que me indigna bastante,
escuchar de la mayoría de los actuales “campañeros” madrileños variopintas acusaciones
que vuelan de unos a otros, junto a descalificaciones e insultos sin reparo
alguno, gratuitos. Y, oigan, parecen muy convencidos de que es una estrategia
efectiva eso de intentar destruir al adversario. Señores, no combaten en una
guerra. Vamos a llamarla competición, de acuerdo. Hasta podríamos valorarla
como un concurso. Entonces se trataría de hacerlo lo mejor posible, demostrar
la valía, convencer de que la propuesta merece la pena y el premio de nuestro
voto.
Los medios de comunicación, que se infiltran permanentemente
en nuestra humilde vida y, por supuesto, en la de la clase política, ésa que nos
hacen notar a diario que está por encima de nuestras posibilidades, con un
estatus especial, nos saturan con este tipo de información. Si ya de por sí a
los madrileños debe de resultarles excesiva, tanto en exabruptos como en
duración, para ser una campaña electoral, imagínense al resto de españoles que
no pertenecemos a la comunidad central. Entiendan que no nos incumbe.
No son unas elecciones generales, por mucho que se empeñen
en darle una importancia capital, al igual que ocurrió con las de Cataluña o el
País Vasco. Es importante darse a conocer, sí, pero ¿realmente se necesita un
mes, con todo el gasto que ello supone? Claro que no. Y menos cuando se trata
de una simple comunidad autónoma de una sola provincia, como es Madrid. Y todo
este exceso mediático para que, una vez cumplida la votación, con sus
resultados correspondientes, los votantes queden a expensas de las consabidas alianzas
cromáticas, pactos contra natura y conchabamientos varios para alcanzar el
poder, cuestión que puede durar más que la propia campaña.
Ahorremos. Propongo una sola comparecencia en horario de
máxima audiencia, en la que cada uno de los candidatos realice su exposición,
como el universitario que defiende su tesis ante el tribunal. Un examen oral en
toda regla. Sin debates. Ah, que existen varias cadenas de televisión, pues en
la pública que corresponda a su jurisdicción territorial. Las demás que miren,
retransmitan y comenten, si les interesa.
Yo soy aragonesa y me encantan todos mis paisanos españoles.
Pero, por favor, no conviertan por un tiempo el famoso eslogan en algo así como
“De Madrid… al infierno”. Gracias.
10/04/2021
[Imagen: pintura de Antonio López]
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