Resulta incuestionable que la lectura de un libro siempre proporciona una enseñanza, por pequeña que sea, para nuestro bagaje intelectual, ése que anda metido en el bolsillo, o bolsón, depende del atuendo que lleve puesto nuestro cerebro, y del que echamos mano de vez en cuando para alimentarnos.
En uno de los últimos libros que he leído, prologado por Juan Manuel de Prada, el mismo prologuista, hábil y prodigioso escritor, hablaba de ‘loci memorabiles’ (de los lugares memorables), y la curiosidad me condujo a un concepto que desconocía: el método loci.
Cuentan que dicho método tiene sus orígenes en Grecia, siglo V a.C., cuando el poeta lírico Simónides de Ceos fue invitado a una celebración en Tesalia para amenizar con sus poemas el banquete que daba el rico Scopas. Éste se quejó de que en sus versos no quedaba tan bien parado como esperaba y, pagándole la mitad de lo prometido, lo echó. Tras salir de allí se desencadenó un terremoto, la casa quedó derruida y todos los comensales murieron aplastados. Simónides fue llamado para identificar a los cadáveres y lo hizo sin esfuerzo, no por sus rostros, que se hallaban irreconocibles por desfigurados, sino porque podía recordar fácilmente dónde estaban dichas personas en el interior de la estancia palacial.
Así pues, al método loci también se le llama ‘palacio de los recuerdos’ o ‘palacio de la memoria’. Consiste en una práctica mnemotécnica de mapa espacial que ayuda a recordar hechos o cosas por asociación a lugares. [¡Ay, los bares, qué recuerdos!] Psicólogos y neurocientíficos mantienen que la memoria espacial activa neuronas mediante un proceso cognitivo que permite al ser humano visualizar y recordar diferentes lugares y crear relaciones espaciales entre objetos.
A través de este método, lo primero será elegir como palacio de la memoria un lugar familiar, bien conocido. Después analizamos mentalmente cada estancia, rincón y habitación para visualizar los detalles que contienen. A continuación, enlazamos, de la forma más creativa que se nos ocurra, los datos e información a memorizar con los lugares de nuestro palacio mental, para conseguir así una combinación fácil de recordar. Imaginariamente hay que visitarlo de principio a fin, realizando nuestro viaje mental siempre en la misma ruta y dirección. Para fijarlo en la memoria será suficiente con un par de veces. La información quedará retenida por largo tiempo. Para evocarla no habrá más que hacer un viaje a palacio.
No he probado el método loci; lo haré, porque no dudo de su eficacia. De hecho, creo que todos en algún momento hemos experimentado el regreso repentino de la memoria perdida al contactar con los objetos de un lugar determinado, ya sea mediante la vista, respirando un aroma, o al escuchar una melodía concreta.
Pero, entonces, debo suponer que también funcionará la técnica contraria para borrar recuerdos. Es decir, realizar un recorrido por mi palacio particular y, al llegar a la habitación donde están, por ejemplo, esas cortinas que he asociado previamente con un triste acontecimiento que quiero olvidar, pegarles fuego y pasar a otra estancia ignífuga. Digamos que, en este sentido, también lo probaré.
Anímense ustedes, y ya me contarán.
18/09/2021
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