Riquezas ocultas, filtración de documentos, paraísos fiscales, patrimonios millonarios, arquitectura financiera, multinacionales, evasión de impuestos, negocios opacos, puertas giratorias, fichajes estrella. Las maniobras del poder no saben de escrúpulos y las reglas del mercado no conocen la blancura.En el juego económico de nivel superior no cabemos ni tú ni yo, porque nos dan un puntapié directo al estómago para recordarnos que lo que nos toca a ti y a mí es pagar, sólo pagar sin protestar. La codicia de altas esferas pisa fuerte, mira hacia arriba, nunca alrededor. Si acaso, de refilón, baja la mirada hacia el inframundo apestoso para asegurarse de que ningún incauto valiente le dé por subirse a la cuerda del helicóptero. En ese caso las tijeras están preparadas, incluso la rodilla levantada en cuyo extremo inferior pende una buena bota con suela reforzada para machacar intrusos.
Resulta del todo indecente cuando los medios nos escupen cifras, montantes y sonantes, sobre fortunas, beneficios, rendimientos de capital, desfalcos y otros abominables conceptos directamente a nuestro ojo derecho, mientras el izquierdo queda relegado a la visión de la realidad más próxima, bastante gris y ajada. Un panorama nubloso donde se adivinan desahucios, pobreza energética, desempleo, préstamos, impagos, colas del hambre, autoabandono y suicidios; todo entrelazado, más bien atado, con una correa atrapasueños.
Hacemos lo que podemos, el margen de maniobra es cada vez más escaso. Pero, por favor, no traten de vendernos las chispeantes burbujas de los afortunados con maquillaje de eslogan publicitario. ¿No se dan cuenta de que son bofetadas con la mano abierta? Ya sabemos que son ellos y ellas muy listos, nacidos para triunfar, conocen el juego y se mueven como serpientes. Mas eso no nos otorga al resto el calificativo de tontos. Sabemos sobrevivir a un agravio detrás de otro con honestidad. Jugamos a juegos diferentes porque estamos en otra liga, humilde pero más divertida. O eso creemos. Nos queda el consuelo de que, en realidad, los rematadamente ricos no la gozan, ya que nunca se sienten saciados.
Tampoco nos engañemos. No dejemos que la sofisticada esclavitud disfrazada de libertad nos empuje a la esquina miserable donde quieren enviarnos los poderosos. Los sueños no se consiguen con el conformismo. Hay un refrán que dice: “La mentira es una escalera, por donde llega a rico quien pobre era”. Mejor la verdad por delante, aunque sea incómoda, aunque no salgamos de pobres.
[Imagen: "Luciana Croatto" por Gaizka Eduardo Corta Roquero][Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 8/10/2021]
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