Parece que nos ponemos todos algo nerviosos cuando llega tan señalada fecha, 20 de noviembre, y los medios se encargan de recordárnosla cada año, lo cual la hace más señalada aún.
Los que añoran al ‘Cesar Visionario’ rememoran con símbolos bien visibles, con una parafernalia digna de quien fue el autoproclamado caudillo de España, digo, rememoran un régimen caduco hace décadas y que, igual que lo fue entonces, hoy en día sería un pavoroso sinsentido.
Algunos jovenzanos se adhieren al movimiento, más bien inconscientes de lo que representó, porque no lo vivieron y seguramente tampoco se han molestado en leer historia, informarse así de todos los ‘desaguisados’ teñidos tanto de crueldad como de frialdad y totalitarismo mesiánico que este señor al que adoran perpetró. Les ciegan los colores, los gestos exagerados, la supremacía que otorga un puñado de grímpolas sobre un uniforme cubierto de armiño. Fastos de patria de unos cuantos que, encima, se sienten elegidos.
Hay fechas peores, como el 18 de julio. Pero reconozco que un 20N hay que celebrarlo ¿por qué no? En realidad, se conmemora la desaparición, el fin, la muerte de un endrino iluminado, que ya le tocaba, pero que media España, muchos obligadamente fuera del país, deseaban que se hubiera ido al carajo mucho antes, incluso que no hubiera existido. El dolor que produjo fue intenso e inmenso. Todavía perdura.
Así que un 20N siempre es para festejar y no olvidar. A mí me pilla a mitad de lectura de un magnífico libro de un escritor al que admiro. Francisco Umbral. Con “Leyenda del César Visionario“ me lo estoy pasando pipa, literariamente hablando. La recreación del momento histórico, las descripciones primorosas de toda la intelectualidad insigne que pululaba alrededor de F. Franco, los pensamientos monologados del propio Paco respecto a lo que acontecía y provocaba acontecer en 1936, llegan a niveles muy altos en materia de ironía, conocimiento e imaginación certera, a partes iguales, de la pluma de Umbral. Una bofetada de realidad muy bien escrita, que roza la sevicia de aquellos años oscuros.
Nuestra historia, lamentablemente, fue así o muy parecida a como la cuenta el escritor. Celebremos su fin. Y si es con unos rosolíes, por aquello de la época, mejor que mejor.
Nunca máis. Y siempre leer para entender.
20-11-2021
[Imagen: "Desiderium. A study for the masque of Cupid". Edward Coley Burne-Jones. 1876]
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