Existen expresiones propias de lugares, cuyo origen se pierde en la historia. Las oyes decir a tus familiares y ellos, a su vez, las han heredado de sus ancestros. Algunas suenan extrañas, otras algo burdas, y luego está la que me surgió esporádicamente hace unos días, maravillosa, y me recordó la de veces que mi madre la ha pronunciado, sobre todo en mi niñez. “¡Ven aquí, hermosura de Cantagallos!”. Digamos que se trata de un buen piropo, con una pizca de socarronería. Al menos, así le parece a esta alcañizana.
HermosuradeCantagallos. Suena bien. Da gusto decirlo de corridillo. Como otra voz típica local: rebordenca. “Anda, no me seas rebordenca”, que equivale a borde, pero elevado al cuadrado. Muy a menudo desconocemos el porqué, el dónde y el cuándo del uso de estas expresiones, aunque no se nos escapa el para qué, la intención al pronunciarlas.
Resulta curioso el hecho de que en la nomenclatura de parajes y municipios peninsulares abundan los ‘cantantes’. Cantalobos, Cantalapiedra, Cantarranas, Cantavieja, Cantalpino, Cantalojas, Cantagallo. Hasta existe un Cantagallina en Italia. Me en-canta. He indagado sobre el que nos ocupa: Cantagallos, en plural. Me he encontrado con alguna sorpresa.
Para comenzar, un cantagallos es un juguete tradicional gallego elaborado con una rama verde del árbol de laurel, en cuyo extremo se le hace una hendidura, se introduce una hoja de laurel a modo de lengüeta y se recorta. Al soplar de lado, como una flauta travesera, se la hace vibrar, produciendo un sonido que imita el cacareo del gallo. Además, es una planta arbusto tropical muy abundante en Colombia, Sesbania spp, conocida también como cantagallo blanco, gallito o palito de aguas. Quizá por eso, existe una aldea colombiana con idéntico nombre, situada en el departamento de Bolívar, municipio de Ciénaga de Oro. Y ahora viene lo singular: Cantagallos es el nombre de un emperador en “Los cuentos de Hadas” de Charles Perrault, concretamente en el titulado “La bella durmiente del bosque”. ¿No es sorprendente?
Incidiendo sobre el territorio local, he descubierto que en la actualidad existe una calle minúscula en Alcañiz llamada Cantagallos, justo enfrente del que será el nuevo Hospital. ¡Eureka! Ya tengo un lazo de conexión. Supongo que en tiempos pasados habría una finca, parcela o zona rural con esa denominación. Y quiero pensar que allí se levantaba una masada donde vivían unos labradores. Y que tuvieron una preciosa hija, que creció, y cuando estaba en edad de merecer llamaba la atención por su belleza salerosa. Imaginando, veo cómo camina hasta la acequia con una cantarica. Y uno de los mozos que descansan a la fresca, anonadado, le suelta galantemente baturro: ¡Hermosura de Cantagallos! Ella, por lo bajini, le espeta: ¡Será rebordenco…!
Por fantasear que no quede. Y por conservar expresiones y palabras moribundas que bien lo merecen, tampoco.
[Imagen: "Métaphore" (1923). René Magritte]
[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 17/12/2021]
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