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Identidad en construcción


Hay días en que pasa una noticia de actualidad, así como de puntillas, y a una, en particular, se le presenta como un auténtico asalto, provocándole una expresión ojiplática.

Ha sido el caso de hoy. La noticia en cuestión viene de Reino Unido y apunta que la Universidad de Northampton ha emitido un aviso de contenido previo a la lectura de la novela ‘1984’ de George Orwell por incluir «material explícito» que algunos estudiantes pueden entender como «ofensivo y molesto». Los alumnos han sido prevenidos en una asignatura llamada 'identidad en construcción'.

La obra de Orwell, publicada en 1949, trata de la esencia del estado totalitario que persigue el pensamiento individual, manipula la información y vigila y reprime a sus ciudadanos. El terror reflejado en la novela estriba en la aniquilación del yo y la destrucción de la capacidad para reconocer la realidad. Contiene otros puntos interesantes como lo que puede ocurrirle a una sociedad que no valora las libertades académicas ni su propia historia, o el sistemático despojo del significado del lenguaje mediante un régimen que se propone erradicar palabras y las ideas y sentimientos que conllevan. Al fin, una tiranía que intenta hacer imposible entender el mundo real y busca disfrazarlo con fantasmas y mentiras, lo que hoy es conocido como metaverso. 

Resulta irónico que una Universidad, representando a una institución de siempre adalid del pensamiento crítico y libre, fomentadora de ideas creativas, se erija en élite ‘protectora’ de nuestra sensibilidad, es decir, se convierta en el mismo ‘Gran Hermano’ protagonista de la novela de la cual pretenden privarnos. 

Es muy preocupante, además, la similitud que está alcanzando la sociedad actual con la que refleja la obra. Pero precisamente por ello y en aras de una educación enriquecedora deberían recomendar su lectura en lugar de evitarla. Me temo que quizá, desde la adultez, estemos educando a nuestros jóvenes en una blandura excesiva. Permitimos que se dejen embaucar por el ‘buenismo’, lo fácil, la inmediatez, la vida maravillosa al alcance, la imitación de ídolos de mantequilla y fresa; y, a la vez, pretendemos tapar sus ojos al sufrimiento, ahorrarles la parte dura de la vida, el fracaso, ocultar lo oscuro y peligroso. Todo para no herir su susceptibilidad, no sea que emocionalmente queden marcados para el futuro. 

Un universitario ya es mayor de edad. Y podríamos muy bien imaginarlo portando una pancarta donde se lea ‘Identidad en obras’, porque efectivamente se encuentra construyéndola. No necesita que le priven de pensar, sino todo lo contrario: hay que ofrecerle el abanico completo de posibilidades, cuanto más variado mejor, para que aprenda a tener criterio propio y su personal escala de valores. Es la única forma de avanzar en un mundo abrupto. Es el único camino esperanzador. 

[Imagen: "1984". GETTY]


[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 28/1/2022]

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