Nuestra fragilidad se torna a veces tan evidente que no llegamos a reconocernos. Es entonces cuando algo se rompe ahí adentro, en la parte más delicada, y sucumbimos ante un nuevo estado mental que nos posee y condiciona nuestra salud. Todos, en algún momento, somos cristales rotos.
El bienestar emocional, psíquico y social constituye la piedra angular de la salud mental. Su cuidado implica convertirnos en equilibristas sobre la cuerda floja que une el yo con el entorno socio-cultural circundante. La forma de pensar, sentir, reaccionar y actuar ante situaciones de estrés marcará nuestra calidad de vida. Por eso, siendo tan diferentes y a la vez tan similares, humanos al fin, cada individuo es susceptible de temblar ante un movimiento o sacudida fuerte de la superficie que pisa, e incluso de perder el equilibrio y caer al pozo.
Al caminar sobre la cuerda, pueden darse situaciones especialmente preocupantes. Cuando resulta imposible bailar con un demonio en la espalda, cuando debes convivir con tu peor versión, cuando te ves obligado a intentar, intentar, intentar para no decepcionar, cuando el miedo impide ver la meta y sólo quieres regresar al principio o desaparecer, o cuando el olvido se apodera de tu viaje. Resulta muy incómodo pronunciar sus nombres, pero ahí están: esquizofrenia, bipolaridad, ansiedad, depresión, demencia. Se trata de trastornos cada vez más frecuentes que requieren atención especializada.
El tratamiento para los problemas de salud mental pasa por terapias diversas según el grado de afección, pero lo más importante al principio es identificar las señales que nos indican que algo no va bien, ser consciente del problema y pedir ayuda. Conocer la verdad siempre favorece al enfermo y a los próximos. Después, lo esencial es acompañar, sintonizar y escuchar a la persona afectada. Dar ánimos o quitarle importancia resulta contraproducente. Se trata de empatizar y, sobre todo, hacerle sentir que no está sola, pues el sentimiento de aislamiento suele ser frecuente en muchos casos, viven hacia adentro.
En los últimos años muchos profesionales de la salud, educadores y organizaciones han trabajado para superar el estigma existente alrededor de las enfermedades mentales. Un estigma injusto que en ocasiones ha privado del apoyo necesario a las personas afectadas. Hay que seguir trabajando, se precisa más personal especializado, más recursos, más visibilidad y más educación en prevención. Las circunstancias actuales no son favorables para nuestra salud mental, pero aprenderemos.
Resiliencia y esperanza. La vida está ahí afuera. Salgamos a dar una vuelta.
22/1/2022
Totalmente de acuerdo...
ResponderEliminarGracias por tu comentario Cuco. Qué bueno estar en sintonía!
Eliminar¡Muy real y muy claro!
EliminarGracias, Mamen, me alegran tus palabras
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