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Non ti preoccupare


Ayer observé que una expresión italiana era tendencia en una red social. #NonTiPreoccupare rezaba la etiqueta. Su significado en castellano resulta sencillo: no te preocupes, tranquilo, está bien, descuida, no pasa nada, no hay problema. Y me gustó. Se ve que el verano ya está plenamente instalado, no sólo en el ambiente casi irrespirable de la canícula sino también en la conciencia colectiva, y mucha gente se muere de ganas por expresarlo.

Equivalente a la anglosajona y famosa ‘Don’t Worry, Be Happy’, nos sugiere desconectar de los problemas, preocupaciones y angustias varias, y dar a la mente un merecido descanso reparador. Desde luego, es imprescindible emplear el período vacacional, sea cual sea su duración, para tal menester. Mas lo que verdaderamente proporciona la deseada tranquilidad es una actitud que también adopta nombre italiano: ‘Dolce far niente’, es decir, el placer de no hacer nada. Ese dulce relax de contemplación, ese dejarse… ¡qué necesario es! Vamos, lo que en éste, nuestro país, viene llamándose ‘tumbarse a la bartola’. A veces hacer nada no es poco, es mucho.

Concentrar una gran dosis de ‘dolce far niente’ tampoco es bueno, resultaría hasta contraproducente, ya que nos aislaría de tal forma que no tendríamos sino una visión liliputiense y opiácea del mundo. En sentido contrario, a veces ocurre que el afán por aprovechar el tiempo nos priva de la posibilidad de disfrutar, y acabamos más bien padeciendo por no llegar a todo lo que habíamos planeado. Para otros el problema es el lugar; no poder viajar al destino añorado, no cambiar de aires, produce frustración. A estos les diría que aprovechen los placeres sencillos y mundanos, que el agua rociada de una simple manguera puede ser más refrescante que una ola de la playa, o que el canto del gallo más motivador que la voz anunciadora de tu próximo vuelo… cancelado.  Quizá lo ideal sea repartir durante todo el año, incluso cada día, pequeñas porciones de ‘non ti preoccupare’ alternadas con las preocupaciones permanentes que no podemos evitar y que también nos ayudan a crecer.

En ese estado placentero al que aspiramos en vacaciones, la realidad adquiere el tinte de nuestra versión particular, realidad idealizada, soñada, incluso realidad virtual. Pero se acaba. Y es entonces cuando llega, arrasando, la cruda realidad. ¡Ay! Non ti preoccupare… Aquí la solución: cocinamos todas las realidades a fuego lento, dejamos enfriar y aderezamos con un poco de salsa di pomodoro. El resultado será para alzar un ‘¡viva la vita!’. Mi alcañizana hermana Sonia lo sabe bien. Y por eso le dedico esta columna. Y porque adoro Italia. ¡Feliz verano!

[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 15/7/2022]

Imagen: Marisa Lanca. Fotopoema #17_el deseo

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