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Perversas intenciones


Dicen que la intención es lo que cuenta. Muy bien. Contemos: un fuego, dos fuegos, tres fuegos... Fuegos que son incendios. Incontables incendios en la Península Ibérica a lo largo de un verano abrasador. Se constata que buena parte de ellos, la mayoría, han sido intencionados. Habrá que preguntarse: ¿a quién beneficia? Resulta inconcebible una actitud así.

A finales de los 80 se llevó a cabo una campaña en televisión llamada “Todos contra el fuego”. Diferentes personalidades, entre músicos y actores, nos cantaban el peligro que suponen las imprudencias en el medio natural y alertaban de que estaba en juego nuestro futuro con el eslogan “Tú lo puedes evitar”. Curiosamente en ninguno de los diferentes anuncios y publirreportajes aparecía el elemento fuego, porque se pretendía hacer hincapié en la belleza del paisaje sin llamas: bosques, montañas, prados, lagos, manantiales, animalillos, bomberos y gente alegre disfrutando con responsabilidad. Parece que en esa época también se reguló una orden por la que no debía mostrarse en los medios de comunicación ninguna imagen de noticias relacionadas con el fuego, ni exhibirse filmación alguna de incendios que se estuvieran produciendo. Con lo cual, la información se quedaba en palabras, privando a la misma del soporte visual con el que alarmarnos doblemente. En parte tiene su lógica. El hecho de contemplar el fuego, además del componente intrínseco de magnetismo y magia, implica la posibilidad de avivar una llama tremendamente peligrosa: la del pirómano.

Hace unos días emitieron en televisión la película “La caja 507”. Una historia muy bien contada, en cuyo trasfondo navega el tema de la especulación urbanística: a través de la quema intencionada de grandes terrenos, éstos son recalificados pasado un tiempo, y así las constructoras sin escrúpulos podían beneficiarse a manos llenas. Mafia y fuego corrupto. Aquí está la perversa intención: beneficio económico a costa de destrucción de la naturaleza, el vil metal aplastando la fuente de oxígeno vital para todos. No tiene disculpa ni debería quedar impune semejante atrocidad. La piromanía, al fin y al cabo es un trastorno. No debe confundirse a los pirómanos con los incendiarios, pues éstos actúan con premeditación, ánimo de lucro o simplemente por hacer daño. Pura perversión.

A estas alturas no podemos evitar que un rayo ejerza de chispa inadecuada, ni que las inusuales y persistentes altas temperaturas provoquen y favorezcan fuegos indeseados, pero sí podemos cuidar los montes y limpiarlos de lo que supone un peligro de arder, no arrojar basuraleza y armarnos de prudencia a la hora de interactuar con el medio ambiente.

Que no nos falte el fuego para calentarnos en noches frías, para alumbrar, para fundir metales, para cocinar ricas viandas o para vivir un apasionado romance. No más. Bueno, yo que soy Leo, signo de fuego, me contento con eso y con que este domingo pueda encender unas cuantas (muchas) velas para celebrar un día especial de agosto. Llena de buenas intenciones, eso sí.

[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 12/8/2022]

Imagen: René Magritte. "El incendio"

Comentarios

  1. Sí que no nos falte el fuego el agua y el sol, la imagen de Magritte me encanta

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  2. Muy buen artículo, y felicidades por ambas cosas.

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  3. Que no falte el meteorito que nos extinga. No hay otra.

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