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Lo verás, pero no lo 'qatarás'


Casi a cada hora vienen recordándonos los medios de comunicación cuántos días faltan para el Mundial de fútbol en Catar. Concretamente hoy faltan ocho días. Ayer, el entrenador de la selección nacional de España, en un escenario a todo tren, ni que fuera el desaparecido Steve Jobs anunciando el último modelo de Apple, nombraba uno a uno a cada jugador elegido para componer el equipo estrella. ¡Qué despliegue sin merecerlo! Reconozco que tantos y tan preciados minutos de información futbolística en una televisión o radio pública me saturan y hasta me indignan. Lo llaman deporte, cuando sólo es un mercadeo insultante.

Conforme se acerca la fecha del acontecimiento futbolero, el punto culminante informativo de hace unas semanas va perdiendo gas. Me refiero al hecho de que las autoridades cataríes insisten en declarar su intolerancia a la homosexualidad, centrada más en los hombres, pues el mundial es de fútbol masculino. En el país de Catar, o Qatar, con una superficie similar a Murcia y algo menos que Teruel, pequeño pero matón, esta condición equivale a enfermedad a erradicar; la demostración o exhibición de la eseidad gay conlleva arrestos, maltrato, pena de muerte…, ni se sabe. Ahora, esas autoridades, ante el rechazo de unas cuantas personalidades a acudir al evento, van suavizando el mensaje y recomiendan que, al menos, no se evidencie. Ojos que no ven… Los mismos ojos que la FIFA (Fédération Internationale de Football Association) ha puesto a la hora de organizar su mundial en Qatar, que no han querido ver unas costumbres paisanas que dejan mucho que desear en cuanto a respeto a los derechos humanos, en general. La reverencia al país anfitrión es peccata minuta si se tienen en cuenta los negocios multimillonarios que se esconden en este entramado ‘deportivo’. La reverencia al vil metal: ése es el gran pecado.

Así, pues, cada uno elija su opción. Si te puede más el fútbol que tu condición sexual y decides ir a Catar, aCatarás las normas y punto. Si te gustaría ir pero no estás dispuesto a pasar por el aro, entonces te quedas en tu casa: lo verás pero no lo Catarás. Y si, como yo, una pequeña pecante, pasas de Catar, de la Fifa y del fútbol, puedes, por ejemplo, recrearte en buscar palabras que empiecen con catar, buscar su significado y jugar con ellas: “Soñé con un animal catartiforme, que sobrevolaba una gran catarata. Todos los que catábamos la escena con ojos catarrientos sucumbimos a una catarsis colectiva y, como cátaros, miramos al cielo y comenzamos a levitar, mientras un millón de catarinitas y catarañas nos acompañaban en el ascenso. En tierra sólo quedaron los catarrufines, auténticos catarrostros, entre catarrinos blancos”.

A cuidarse, que los catarros acechan.

[Imagen: Sheikha al Mayassa, jequesa catarí, de las mayores coleccionista de arte del mundo]

12/11/2022


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