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No será para tanto



En las alegrías y en las penas de uno siempre hay quien trata de suavizar los efectos. Relativizar: ahí está la clave. ¡Einstein que estás en los cielos!

Entre tomarse algo ‘a la tremenda’ y ‘quitar hierro al asunto’ a veces existe un verdadero abismo. Y todavía se ensancha más cuando por un lado o por otro la cosa ‘se va de madre’. Es entonces el momento en que debería aparecer la voz del sentido común con lo de ‘ni tanto ni tan calvo’.

Hoy ha llegado a mí la noticia de que la humanidad se encuentra a solo 50 segundos del fin del mundo, según el ‘Reloj del Apocalipsis’. Si uno se queda con la primera parte del titular, a bote pronto impacta; después provoca la risa o la alarma, según estados de ánimo. Para relativizar la información debe uno tomarse su tiempo, leer o escuchar un poco más allá, reflexionar. Y así con todo. En general, los medios de comunicación, y más las personas que viven de ellos, tienden al alarmismo innecesario, a llevar los temas al extremo para captar la atención. Se suceden encabezados fatalistas, versiones apocalípticas, opiniones incendiarias, bulos e información sesgada, cuya misión es crear influencias con motivos que solemos desconocer.

La guerra de Ucrania puede llevarnos a la tercera Guerra Mundial. El sanchismo es lo peor. Lo peor es la derecha. Todavía son peores los nacionalistas y la izquierda bolivariana. La economía se hunde. La juventud no tiene futuro. La mancha de la despoblación se extiende en Aragón. Los peores pronósticos se ciernen sobre… ¡Basta ya! ¿Es para tanto? Seguramente no. Y podemos aplicarlo a titulares en sentido opuesto. Los coches eléctricos son la panacea. La inteligencia artificial nos llevará a la perfección. Somos los mejores en sostenibilidad. Nos espera un futuro brillante. La recesión ha finalizado. El premio Nobel de la Paz ya tiene nombre, muy merecido. Los precios caen a límites insospechados. ¿De verdad? No será para tanto. Y menos para dar saltos de alegría.

Relativizar no es sinónimo de ignorar los problemas, sino de otorgarles la importancia que tienen en realidad. Al final todo es cuestión de actitud. Y de tiempo, por supuesto. Alejarse y acercarse, mirar con perspectiva, comparar, son gestos que resultan de gran ayuda. No dejemos que las malas noticias nos devasten el ánimo ni que las buenas nos entusiasmen en demasía. Equilibristas, al fin, entre ‘más se perdió en Cuba’ y ‘no es oro todo lo que reluce’, pasando por ‘más vale un porsiacaso que un quién iba a pensar’, como decimos en Teruel.

[Imagen:"La vie en rose". Dhespinis Facoetti Lily. IA]

[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 27/01/2023]

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