Ir al contenido principal

¿Empoderadas?


El progreso siempre lleva o debería llevar implícito un avance en materia de derechos y libertades, sobre todo de los sectores menos favorecidos, para alcanzar el equilibrio. Cuando progresar, en realidad, supone la extremización de tendencias, la polarización y el desequilibrio, entonces la cosa no pinta bien, nos engañan.

La conmemoración del 8M cada año da para reflexionar en este sentido. La mujer, ese ser marginado, ninguneado, cosificado, maltratado o ignorado a lo largo de los siglos, ha conseguido por fin hacerse oír en un mundo de hombres. Y gracias a insistentes reivindicaciones, protestas, luchas, sacrificios y movimientos feministas, hoy hemos alcanzado una equidad ‘bastante decente’ entre machos y féminas, si comparamos con un ayer no tan lejano. De acuerdo, todavía queda por hacer. Pero el tiempo de las brujas, monjas, esclavas, abnegadas esposas, madres reproductoras sin control y niñas inocentes ya pasó. Ahora ¡hemos llegado al empoderamiento! Ejem. Disculpen mi carraspera, pero se me antoja horroroso palabro.

Empoderarse tiene que ver con autoestima, con grupo social desfavorecido, con poder e independencia. Leo por ahí que “la mujer empoderada influye en su entorno. No sólo cuenta con las aptitudes profesionales para diseñar su propio camino, sino también con la actitud necesaria para contagiar su empoderamiento a todos los niveles y convertirse en un referente”. ¿Y eso cómo se consigue? ¿Podemos y necesitamos realmente ser todas unas empoderadas? Creo que para la mayoría sería suficiente conseguir visibilidad, respetar y hacerse respetar. Y, una vez más, la clave está en la educación: niños creciendo sin prejuicios, niñas creciendo sin miedo. Luchar por evitar la discriminación, sí. Cuotas a toda costa, no. Fomentar, no obligar.

Estoy empezando a saturarme con las soflamas feministas de niñatas con complejos y sin personalidad, que emiten lemas estúpidos con un traje morado que les viene grande. Ésas que reivindican ‘poder llegar a casa solas y borrachas’, que convierten en blanco de sus mofas a algún político y a su madre, que tratan de enseñarnos a niñas, jóvenes, mayores y extramayores cómo debemos mantener relaciones sexuales, que si la regla, que si 'no es no', que si 'sí es sí'… Por favor. Adoctrinamiento papanatas a estas alturas, no me vale. Y odiar a los hombres tampoco.

Vuelvo al respeto. Aprender a respetar toda condición. Somos seres humanos. Vamos a llevarnos bien. Y, en cuanto a empoderadas, las verdaderas, para mí son las anónimas, invisibles ante el foco mediático: ésas que se nos van con 80, 85, 90 años o más, luchadoras, supervivientes, resilientes de guerra y posguerra, cumpliendo con una vida de hijas, hermanas, madres, abuelas, trabajadoras incansables, mantenedoras de su familia, dándolo todo por nada, sufriendo y gozando al máximo en cada etapa que les ha tocado, curiosas, sabias, fuertes, resistiendo hasta el final. Grandes mujeres, empoderadas en sí mismas. Gracias a todas ellas, hoy estamos aquí. Mañana no sé cómo estaremos, porque me da que no progresamos adecuadamente.

[Imagen: Jonas Peterson Artwork]

11/3/2023

Comentarios