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¡Que ustedes lo elijan bien!


Elegir y ser elegido son dos opciones que marcan una democracia. Poder elegir mediante un voto convierte al ciudadano en pequeño artífice de un futuro próximo. Votar, del latín votum (promesa hecha a un dios, deseo), se erige entonces como un arma de construcción masiva. Para poder ser elegido se requiere, ante todo, una voluntad de servicio público y un compromiso de representación responsable.

Se vienen elecciones. Ignoro si a la mayoría de votantes les moverá un impulso consciente o inconsciente a la hora de lanzar la papeleta a la urna. Ser fiel a un color, un partido o unas siglas por herencia o convencimiento ideológicos suele ser lo más corriente. El corazón manda. Pero albergo la esperanza de que en un momento tan decisivo los ciudadanos se paren a pensar para decidir con cabeza. Es un trabajo, lo sé, que requiere cierta inversión de tiempo en leer, observar, escuchar y analizar a los diferentes candidatos. Si estos ya han ejercido sus gestiones, hay que comprobar el nivel de satisfacción, personal o comunitario; si todavía aspiran, es necesario estudiar su programa de promesas. También merece una atención especial el aspecto de valía intelectual y laboral, quizá tanto como el grado de implicación social en labores donde la cooperación, el desarrollo, la tolerancia, la solidaridad y la empatía sean ejes fundamentales. 

Elegir bien significa votar por un candidato digno, es decir, que merezca el puesto porque lo sintamos capaz de desempeñarlo con dignidad y coherencia. Si lo creemos así, adelante. Ahora, si por el mero hecho de ser líder de un partido, ‘mi partido’, confiamos en él, aunque sea un payaso, un inculto o un trepa con carisma, el futuro nos deparará un paisaje de nubes grises y gran desencanto, ineficacia, posibles corruptelas, mentiras y desmanes a discreción.

Todo ello podemos aplicarlo a las elecciones municipales y autonómicas, más cercanas, pero también a las generales, donde se juegan las directrices de un país entero. En este punto, puede parecernos que, en realidad, da igual el partido que gobierne, pues manda Europa sí o sí y nos vemos permanentemente sujetos a lo que decida el FMI, la OTAN, el BCE, que al fin y al cabo marcan la economía, el pilar fundamental. Sin embargo, pensemos que el presidente o presidenta del gobierno será nuestro representante, cuya misión va a consistir en pelear por traer el trozo de pastel más grande que pueda, el de los fondos europeos, y para ello debe saber estar, saber escuchar y saber hablar para hacerse oír a su vez, sin perderse por no saber idiomas, fundamentos económicos o diplomáticos. Y si en alguno de estos aspectos se queda corto, como persona inteligente sabrá escoger a profesionales que realicen la función.

Voten, es su derecho. Preséntense como elegibles, es su derecho. Sean libres para hacerlo, mas usen la cabeza en ambos casos. ¡Que ustedes lo elijan bien! Voto por ello.

[Imagen: "El cuarto del pintor" (1944). Lucian Freud]

[Artículo publicado en periódico La Comarca, Opinión Independiente. Viernes 24/03/2023]


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