Resulta apabullante la facilidad con la que en los medios nos hablan de esta cifra redonda, mil millares según la rae, mil miles para que nos entendamos, un uno seguido de seis ceros, un millón. Si hablamos de dinero contante y sonante, léase euros o dólares, a una se le desborda la capacidad cognitiva cuando se dice en plural: millones, pues viene a ser algo inalcanzable para los normales de a pie, que no manejamos presupuestos ni municipales, ni autonómicos, ni estatales. Y las cifras corrientes que solemos barajar no sobrepasan, salvo en contadas ocasiones, las 3 ó 4 cifras. Como mucho, usamos ‘millones’ para expresar en sentido figurado las veces que hemos dicho una cosa a alguien, la cantidad de litros de agua que se desperdician, el número de habitantes de un país, los que nos puede tocar en la lotería, cosas así… Pero cuando se oye o lee la noticia de que algún político se ha agenciado una vivienda de un millón de euros, o que un mindundi de cargo ha cobrado una comisión de vari
La vida nos pone a prueba constantemente. Tras conseguir un orden en cualquier ámbito, una relativa calma donde relajar cuerpo y mente, llega el pandemonium. Del griego Pan (todo) y daimónion (pequeño espíritu o pequeño ángel, que luego interpretó el cristianismo como ángel caído o demonio), Pandemonium adquirió el significado de ‘capital imaginaria del reino infernal’. Hoy se utiliza como sinónimo de tumulto, confusión, desorden, revoltijo, alboroto, caos, escándalo, revolución, barahúnda, bullicio, lío, embrollo. Pese a no ser una palabra en principio bella, acaba seduciendo a los que amamos el lenguaje, la etimología y la semántica. Y, casi siempre, nos dejamos embaucar por el significado original. ¿Quién dejaría escapar un paraíso repleto de angelillos? Se me antoja un totum revolutum de espíritus que buscan despertar tu conciencia, un gran puñado de ideas ligeras que atrapar al vuelo para amalgamar un pensamiento importante. También podría asemejarse a las mariposas en el estóm